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Foto del escritorAlejandro Reyes A

La responsabilidad en la generación de valor (segunda parte)

Las lógicas de pensamiento que nos han marcado en el desarrollo de nuestra forma de hacer empresas y sociedades ya han quedado insuficientes para resolver las problemáticas y necesidades actuales, donde las problemáticas de la sociedad son centrales al momento de desarrollar nuestros modelos de negocios. Desde esta reflexión del post anterior, es que abordamos el concepto de valor compartido, acuñado por Michael E. Porter y Mark R. Kramer adaptándolo bajo nuestra mirada como consultora, integrando otros modelos y teorías, que integradas nos permite una reflexión más profunda sobre el desarrollo y no sólo considerando factores económicos como suele hacerse.

Ya mencionaba los conceptos de locus de control interno y externo en el post anterior. Lo traigo a colación pues es central para lo que desarrollaré a continuación, ya que es la base para aprender y hacernos responsables de nuestros resultados (tanto a nivel individual como colectivo).

Si nos miramos como individuos y ponemos atención sobre nuestras acciones y resultados, podremos identificar que de acuerdo a estos últimos damos cierto tipo de explicaciones, hablemos de las explicaciones y responsabilidad. Tenemos al menos dos formas de explicarnos (y no es menor la conjunción del verbo, ya que es la forma como construimos nuestras realidades y mundos) nuestros resultados: Externalizando e internalizando.

Desde el locus de control externo, en nuestro relato nos libramos de la responsabilidad atribuyéndole a factores externos, cayendo en una explosión creativa y sofisticada para no evidenciar nuestra influencia en ese resultado. Y esto no es necesariamente sobre resultados que podamos juzgar como negativos exclusivamente, sino que positivos también (por ejemplo: “me fue bien, por suerte”; “el policía me dio vuelta el auto hasta que encontró con que sacarme el parte”; “era fácil el examen”). Esto, en la práctica, resulta en una brecha para el aprender y mejorar las condiciones, ya que nos entendemos como víctimas de esas externalidades (suerte, policía y examen en los ejemplos planteados) y entendemos que no tenemos poder sobre ellas.

Mientras que desde el locus de control interno, en nuestro relato somos responsables por nuestros resultados y nos volvemos protagonistas de dicho relato (por ejemplo: me esforcé para que me fuera bien; descuidé la fecha de vencimiento del extinguidor; estudié mucho para este examen y lo encontré fácil). Esto en la práctica nos resulta como una permanente oportunidad de mejorar y aprender de nuestros resultados, pues nos entendemos a nosotros mismos como responsables de nuestros resultados y responsables de aprender de nuestros errores y aciertos.

Presento esto en este contexto pues los grupos, organizaciones y sociedades están conformadas por personas que tienen este tipo de explicaciones y es desde ese tipo de explicaciones que generamos resultados, negocios y políticas que no sólo impactan a quien lo desarrolló, sino que a todo su entorno, creando costos sociales y/o ambientales. Es así como nacen las externalidades de la empresa (aquellos factores que no estando considerados en el modelo de negocio, afectan a la sociedad y al entorno, por ejemplo la contaminación).

Las empresas por muchos años no veían la necesidad de hacerse cargo de lo anterior, dando el primer paso, más bien declarativo y no efectivo, al incorporar ciertos valores en orientación a los clientes, y en algunos casos a la sociedad y/o medio ambiente. Hoy ya podemos ver varias empresas que esto no es sólo declarativo, sino que es una nueva forma de hacer empresa, donde la generación de valor no es medida sólo por las divisas que la empresa genera, sino por el impacto que tiene en su ecosistema.

En nuestras intervenciones como consultores, hemos dedicado más de 10 años a comprender cómo esto sucede y a acompañar a organizaciones hacia mayores niveles de conciencia sobre sus resultado. Ya que está en nuestros principios el ser responsables de nuestros resultados y aprender de ellos, es que nos vemos en la responsabilidad de trabajar por una sociedad que genere valor compartido.

Así hemos identificado cuatro dominios de intervención para apalancar empresas/sistemas que tiendan a generar valor de manera integrada con el entorno, haciendo empresas más conscientes y responsables, estos dominios son las personas (motivaciones, aprendizaje y desempeño), procesos (roles, compromiso y estrategia), plataformas (sistemas de gestión, condiciones de vida y cultura) y propósito(misión, visión y valores), mirando a las empresas como sistemas integrales y complejos, donde intervenimos desde los aspectos interiores (lo que nos pasa, sentimos, pensamos) a los exteriores (lo de demostramos, decimos y comprobamos) y desde lo individual a lo colectivo.

De esta forma, el cuestionamiento para la generación de valor “comienza por casa” para luego generar un impacto sostenible en conjunto con el entorno. Ya que en esta relación de generación de valor, recordemos, las problemáticas de la sociedad son centrales y no marginales, permitiendo la co-responsabilidad y compromiso tanto de las organizaciones como de la sociedad, en lo que llamamos valor compartido.

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