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LA RESPONSABILIDAD EN LA GENERACIÓN DE VALOR.

Una de las máximas que con mayor frecuencia escuchamos, especialmente en las facultades de economía y administración, es que “los recursos son escasos y las necesidades infinitas”, y desde ese espacio por las últimas décadas se han formado aquellas personas que hoy dirigen las empresas, la economía de los países y que, en algunos casos, ocupan puestos de gobierno, llegando incluso a la presidencia.

Desde lo que comprendemos del capitalismo, esto termina traduciéndose en el desarrollo de valor enfocado a “maximizar las utilidades como único objetivo de las empresas” (otra máxima utilizada con regularidad hasta el día de hoy a nivel académico). Sin embargo esta lógica nos ha llevado a resultados poco sostenibles, fomentando la inequidad, la acumulación y el enriquecimiento desmedido y concentrado. Una mirada de corto plazo, desvinculada de los clientes y con una muy baja apreciación hacia la sociedad en general y, en muchos casos, al medio ambiente, destinada al colapso y fracaso, producto de que las problemáticas sociales han sido periféricas y no centrales.

Todo esto, lo podemos observar en las manifestaciones sociales (muchas veces desintegradas y más bien gatilladas producto de eventos coyunturales), que en los últimos años han ocurrido con mayor frecuencia (ejemplos podemos encontrar muchos: carteles, colusiones, entre otros).

Una voz diferente se alza producto del descontento, y muchas veces hastío, social, donde la sociedad civil comienza a decir basta. Sin embargo con frecuencia ocurre que esta voz se alza demonizando a las empresas, en oposición, donde a veces aparece sin propuestas para la generación de valor, sino más bien en una expresión de exigencia justiciera con una inmensa energía que moviliza a miles. ¿Cómo podríamos hacer para que esta energía, con la cual muchos podemos sentirnos identificados, se canalizara para alcanzar estadios de desarrollo superiores y apalancadores de bienestar y valor de manera compartida?

Hace más de 10 años que en nuestros entrenamientos y programas comenzamos a trabajar sobre las posibilidades de aprendizaje y de responsabilidad individual (según el modelo de atribución, locus de control interno) para poder facilitar procesos evolutivos que nos permitieran desarrollar acciones concientes de las cuales tomemos responsabilidad incondicional por nuestros resultados.

Es así que miramos el desarrollo de valor, como una línea de desarrollo que va desde la victimización (locus de control externo, donde la responsabilidad es endosada de manera automática a factores externos entendiéndome como víctima de otros y/o del sistema), a la confianza, a la internalización y a la responsabilidad incondicional en lo individual, y desde la externalización, a la conciencia colectiva, a la responsabilidad social y a la colaboración en lo colectivo.

Es en este contexto que hoy en día podemos ver cómo emergen nuevas alternativas de entender la riqueza y el desarrollo, como por ejemplo la economía circular, economía azul, empresas B, comercio justo, economía social, economía colaborativa, capitalismo consciente, innovación abierta, entre otras que abordan las problemáticas desde el concepto de valor compartido, es decir “que involucra crear valor económico de una manera que también cree valor para la sociedad al abordar sus necesidades y desafíos. Las empresas deben reconectar su éxito de negocios con el progreso social. El valor compartido no es responsabilidad social ni filantropía y ni siquiera sustentabilidad, sino una nueva forma de éxito económico. No está en el margen de lo que hacen las empresas, sino en el centro. Creemos que puede iniciar la próxima gran transformación en el pensamiento de negocios” (Porter y Kramer).

Así las soluciones económicas también benefician a la sociedad de la que son parte. De esta manera, encontramos alternativas que nos permiten integrar las diferentes necesidades de todos los sectores y la co-construcción de los desafíos que nos permitan generar resultados diferentes, permitiéndonos reemplazar el miedo y oposición por el otro y hacia los otros, por la confianza y la colaboración, generando ecosistemas integrales y virtuosos.

Lo anterior puede sonar a una realidad de ensueño si no es abordada comprometida y responsablemente por los líderes de las empresas y políticos, quienes son actores clave del desarrollo económico del país, y lo anterior no es suficiente abordarlo desde lo declarativo, sino que es menester llevarlo a acciones concretas, conscientes y responsables orientadas a la construcción de una nueva realidad país en conjunto con los diferentes sectores, incluyendo a los gobiernos, para generar efectivamente valor para la sociedad de manera compartida.

El sistema capitalista está bajo asedio. En los últimos años, las empresas han sido vistas cada vez más como una causa importante de los problemas sociales, ambientales y económicos. Hay una percepción muy amplia de que las compañías prosperan a costa del resto de la comunidad.

Peor aún, mientras más las empresas han comenzado a adoptar la responsabilidad corporativa, más se las ha culpado por las fallas de la sociedad. La legitimidad de las empresas ha caído a niveles inéditos en la historia reciente. Esta pérdida de confianza en las compañíaslleva a que los líderes políticos tomen medidas que socavan la competitividad y minan el crecimiento económico. Las empresas están atrapadas en un círculo vicioso.”  (Michael E. Porter y Mark R. Kramer).

En este contexto, desde la Plataforma Áurea, estamos comprometidos con la generación de valor compartido. Tanto como empresa en nuestros ámbitos de acción como también llevando esta mirada a nuestros clientes para facilitando que se incorporen a una mirada más integradora de sus resultados e impacto.

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