Emprendimiento según la RAE es: “Acción y efecto de acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro” Mi primera relación con el término fue en un contexto en el cual se entendía como la generación de unidades productivas (de menor envergadura que una PYMES) Entonces comencé a aprender sobre emprendimiento, y me aparece la siguiente inquietud: Cada vez que hablo o intento entender el emprendimiento, me aparece fuertemente el aprendizaje. Entonces ¿cómo podría entender el emprendimiento en su relación con el aprendizaje?
El emprendimiento va de la mano con el aprendizaje, ya que desde una perspectiva más integral sobre este, podría interpretarse como “la acción que iniciamos y que nos abre posibilidades” y entender al emprendedor como “quien inicia acciones que le abren posibilidades y es capaz de hacerlas propias” Otra interpretación, que escuché y me hizo mucho sentido es: “el emprendimiento es la capacidad de transformar nuestros sueños en realidad” y así podemos ir configurando infinitas interpretaciones sobre el tema.
Digo que la primera interpretación está propuesta desde una perspectiva más integral porque necesariamente nos coloca en un estado emocional que nos mueve a la acción, que involucra a nuestro cuerpo a actuar alineado con el propósito, y concientes de poder alcanzarlo, aún si no tenemos las competencias para ello (de ahí la relación con el aprendizaje).
Para emprender necesitamos configurar un escenario con un sinnúmero de factores, entre los que podemos identificar la voluntad de emprender, la presencia de la oportunidad o la capacidad de generarla, la capacidad y disposición de aprender, voluntad y capacidad de actuar a pesar de nuestros miedos, capacidad de generar redes de apoyo, responsabilizarnos de nuestros éxitos y fracasos, calcular los riesgos, planificar sistemáticamente para alcanzar los objetivos/metas, entre otras.
Cada vez que emprendemos lo hacemos con absoluta incertidumbre del resultado, óolo podemos tener una idea de lo que podría suceder, conectándonos con el logro, un estado de conciencia individualista en relación con nuestro poder personal y la autoconfianza. Sin embargo cada vez que emprendemos aprendemos, y por ende ampliamos nuestras posibilidades, cambia nuestra percepción de nuestro entorno y este a su vez nos percibe distinto. Generamos resultados que impactan en el colectivo, del que somos parte, y es así que como emprendedores, generamos nuevas realidades en lo personal y lo colectivo.
Es en ese contexto que entendemos el emprendimiento hoy, y a su agente como el Emprendedor Integral, un agente consciente de su SER en la acción, y es capaz de responsabilizarse más allá de sus actos y consecuencias. Este nuevo emprendedor es capaz de comprenderse a sí mismo en una relación de interdependencia con su entorno y de colocar su ambición por el logro al servicio del colectivo, del entorno, del mundo, generando posibilidades que beneficien a todos. En las que el concepto de colaboración acuña su más profundo sentido, reemplazando el miedo y la desconfianza.
Por esto ahora no puedo referirme al emprendimiento como un mero término, hoy me suena más bien a una nueva forma de pararse en la vida, de entenderla desde la acción y movimiento continuo, lo que nos permite aprender de nuestra propia experiencia.
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