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Aproximándose a la Autogestión: Formar Facilitadores

Muchos equipos y organizaciones, especialmente en los últimos años desde el surgimiento de nuevas formas de organización como la Sociocracia 3.0,Holocracia y eso sumado a la popularidad del libro Reinventing Organizations de Laloux , están pasando a la autogestión o al menos explorando la posibilidad.

No existe una receta única para la autogestión exitosa, pero hay principios esenciales que la definen. La autogestión es, en su esencia, la distribución del poder y con esto la autonomía y el accountability toman un rol central. En la autogestión se pasa, por ejemplo, de un sistema jerárquico en la toma de decisiones a un proceso de consenso. En este sentido, en lugar de un diagrama en forma de pirámide (el famoso organigrama), las organizaciones autogestionadas se parecen más a un mapa mental, una red de círculos interconectados.

En organizaciones autogestionadas se establecen estructuras y prácticas en las que las personas tienen una gran autonomía y son responsables de la coordinación con otros. El poder y el control que están profundamente arraigados en todas las organizaciones, ya no están ligados a las posiciones específicas de unos pocos líderes.

No es fácil, y es de esperar que en este proceso hacia la autogestión, surjan en las organizaciones una gran cantidad de interrogantes:

“¿Cómo evitamos que el proceso se salga de los rieles?”

“¿Cómo tomamos las decisiones?”

“¿Quién toma la decisión, en qué contexto?”

“¿Qué hacemos para manejar conflictos y desacuerdos?”

“¿Cómo nos mantenemos abiertos a la retroalimentación sin revisar continuamente todas nuestras decisiones?”

“¿Cómo nos mantenemos eficientes?”

Estas son preguntas de proceso. Y todos apuntan a una variable crucial para el éxito de la autogestión: la habilidad de facilitar.

Facilitación o liderazgo facilitador es la capacidad dinámica y efectiva para mover un proceso de la manera más inclusiva, enfocada, energizada y viva posible. Puede ser hecho explícitamente por cualquier persona en un papel de facilitador, o puede ser hecho implícitamente a través de la intervención e influencia calificada por miembros de la misma organización. Puede ocurrir formalmente dentro de una reunión de tiempo limitado, o puede suceder sutilmente durante un largo período de tiempo a medida que las intervenciones y la influencia se acumulan hacia una acción exitosa y efectiva.

La verdadera facilitación no es solamente ayudar a los miembros de la organización a llevarse bien. Es una capacidad absolutamente esencial para conducir procesos organizacionales de cualquier tipo.  Y más al punto, la facilitación no sólo es una comprensión estándar de saber llevar a la gente a través de una reunión, es saber conducir a un grupo por distintos procesos.

 Hay que pensar que la jerarquía ya no está en pie para proporcionar las respuestas cuando no estamos seguros de cómo decidir. Lo que una vez fue prescrito por la estructura es ahora emergente. Y para facilitar lo emergente, los individuos deben desarrollar sus habilidades de intervención, conciencia, sensibilidad y presencia a un nuevo nivel.

En un ambiente autogestionado, la habilidad de facilitar es de suma importancia y puede y debe estar presente en muchos miembros de la organización. Se dice que los facilitadores expertos valen su peso en oro, pero no deberían ser los nuevos magos de las organizaciones. Cualquiera puede invertir en el desarrollo de su comprensión del proceso grupal, dinámica interpersonal, poder detectar sutiles patrones tácitos en la cultura, etc. Cualquiera puede aprender cómo comprometer a aquellos de una manera que despierte a sus colaboradores y de resultados. En entornos autogestionados, la complejidad exige una alta habilidad de facilitación y este tipo de habilidades se necesitan hoy en día  para intervenir en las organizaciones, y la responsabilidad de traerlas a nuestros equipos pertenece a todos nosotros.

Imagen: Reinventing organizations illustrated.

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