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ACTUAR DESPIERTOS, EMPRENDER INTEGRALMENTE.

Actualizado: 17 sept 2021

Por Carlos González M.


En la historia de la humanidad, nuestro habitar no siempre ha llevado esta impronta mecanicista o no integrada que nos caracteriza.

Por lo que se sabe, ha habido culturas que han encarnado modos orgánicos (o integrales, como se le prefiere llamar hoy), de pensar, amar y vivir. Sin recurrir a los ejemplos prehistóricos, como las culturas neolíticas de que nos habló Riane Eisler (basada en el trabajo de la arqueóloga Marija Gimbutas), aún en sociedades actuales, como la mayoría de los pueblos indígenas, y por cierto en los antiguos griegos y los pueblos semitas, los Dioses convivían con los hombres, intervenían en el curso de los acontecimientos, poseían a los hombres y les transmitían inspiración y poder (la historia de los profetas y patriarcas del A. Testamento; Parménides y su idea del Ser, que le fuera revelada por una Diosa; la práctica chamánica, que trata a la salud y el enfermar como reflejo de la (des)armonía en el vivir,  etc). Y las acciones de los hombres en estas culturas tenían (tienen) repercusiones cósmicas: No da lo mismo qué hagas y qué dejas de hacer contigo mismo o con el otro, que puede ser llamado hermano  en una mirada que ve la conexión solidaria entre todos los hombres y entre estos, el mundo y los Dioses.

Por cierto, los alcances de esta mirada son diversos, y ahí ciertamente podemos distinguir alcances más que nada etnocéntricos, por lo menos en la gran mayoría de los participantes de esas culturas, pero el principio estaba ahí, encarnado en prácticas que fundaban y sostenían un modo de habitar que generaba individuos que no se veían a sí mismos como seres aislados viviendo mundos privados y personales.

Desde diversos ámbitos hay un intento por recuperar esos modos de habitar, como respuesta al evidente malestar personal y las consecuencias inquietantes en la convivencia social y en el equilibrio del ecosistema que son el resultado de nuestro vivir desencantadamente.

En la Plataforma Áurea hemos declarado nuestra activa participación en esta gran conversación que quiere ser transformadora. Hemos descubierto que el actuar, cuando ocurre en personas despiertas (en personas despertando, sería mejor decir), con interés genuino en un algo más grande que uno mismo, produce un tipo de habitante comprometido en generar condiciones que permitan una comunidad conectada y poderosa. Le hemos llamado el Emprendedor Integral, porque tenemos un acento en la acción de emprendimiento, pero nos referimos a lo mismo que otras tradiciones llamarán a su propio modo.

Recuperando nuestro poder para impactar en el mundo. Reconociendo que este mundo es nuestro, que se hace en plural. Haciéndonos responsable de esto último: que trabajamos para algo más grande, que involucra a todos, incluso a los por venir. Este blog entero está dedicado al despliegue de este emprendedor. Pase y mire. Conversemos.

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