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Foto del escritorPablo Reyes

LA ENFERMEDAD CULTURAL.

La razón ha sido uno de las componentes claves en el desarrollo de las culturas. Generar nuevas comprensiones para lo que nos toca vivir, muchas veces ha venido aparejado de cuestionamientos a lo vivido y a las formas con las que enfrentamos lo que nos toca. Así han aparecido nuevas respuestas, incluso respuestas a preguntas no dichas, a zonas ciegas, las que al iluminar han cambiado la comprensión, el estado anímico, los haceres y las relaciones, y de esta forma las culturas han ido evolucionando en este match entre el mindset y el mundo en que habitamos.

El tema es que gran parte de esa evolución cultural ha sucedido en un péndulo de oposición, de fragmentación. Cuando aparece una nueva forma de hacer las cosas, mucha de su fuerza tiene que ver con surgir en oposición a las otras formas, en especial a la previa. Así escuchamos discursos como “todo tiempo pasado fue mejor”, o “yo antes era un empleado de una compañía y ahora he optado por la libertad de emprender…” o incluso la permanente descalificación entre izquierdas y derechas que se traduce en la incapacidad de reconocer cualquier aporte que no venga del propio lado. El cambio es permanente, el asunto es la forma de vivírselo.

La implicancia de esto, es que aparecen grupos tomando partido, siendo “opositores” a algo, planteando que su forma de abordar las cosas (… mindsets crean mundos…) es la mejor forma de abordar las cosas, e incluso la única. Una oposición que niega al otro, que niega otras formas de ver el mundo. Y ahí pasa algo. En esa pelea entre lo que ya fue y lo que está siendo vamos también perdiendo libertad, libertad de ser, nos vamos identificando con una particular forma y vamos negando las otras. Y al hacerlo, también vamos negando una parte nuestra, “ya no somos de esa forma”, vamos tirando a la sombra una posibilidad humana. Y eso es delicado y genera sufrimiento.

Si entendemos la sombra como aquello que está en el inconsciente, o aquello que no reconocemos como propio, prácticamente todo el recorrido evolutivo cultural, al surgir de forma fragmentada, en oposición a los anteriores ha sido una máquina de generar sombra social. Nos desidentificamos de todo el recorrido y perdimos el sentido, pero el origen siempre está presente.

El tema es que estamos tratando de abordar la complejidad cultural que estamos viviendo con las mismas lógicas o mindsets que han generado (para bien y para mal) lo que estamos viviendo y son formas que no dan para abordarlo, precisamente porque son fragmentadas. Hasta ahora, esa capacidad de comprensión, la capacidad cognitiva, había logrado proponer nuevos insights, ahora lo cognitivo es insuficiente. Es necesario hacerse cargo de la sombra y un abordaje integral.

Lo cognitivo sigue siendo importante, necesitamos más y mejor ciencia al servicio de la vida, y al mismo tiempo hay que meterse en la sombra, sanando aquellos aspectos que hemos ido fragmentando, revalorando el orden, la pertenencia, el poder personal, el logro, la participación, todas formas pragmáticas y eficientes para abordar diversas situaciones (y no quedándonos sólo con una de ellas como la única).

Es esa sombra fragmentada la enfermedad de nuestra cultura, lo que no está queriendo dejar surgir una nueva forma que opere integradamente. Hay mucho que sanar para que aparezca con fuerza y claridad esa nueva lógica integrada.

La buena noticia es que ya está sucediendo… y la evolución es imparable.

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