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Foto del escritorPablo Reyes

EL CUARTO IMPACTO.

Es ya bastante aceptada la necesidad de que los negocios y proyectos tengan triple impacto: económico, social y ambiental. Que logren lucrar, al mismo tiempo que impacten positivamente en los aspectos sociales y en las comunidades donde habitan y que, a lo menos, no dañen el ambiente y se hagan cargo de su impacto ambiental.

Quizás, uno lo podría ver como algo obvio, pero lamentablemente no es- y no ha sido- así. Hemos entendido a las empresas como maximizadoras de beneficios para sus accionistas y en esa maximización, se ha avanzado mucho generando tremendo crecimiento, pero al mismo tiempo se ha dejado fuera lo social y lo ambiental, en muchos casos como daño colateral en pos del crecimiento, en pos del retorno de la inversión.

El triple impacto aparece entonces como un requerimiento no sólo de conciencia, sino también como una urgencia dado que la lógica maximizadora de beneficios ya llegó a un borde que no es sostenible y pone en riesgo el futuro de la humanidad en este planeta.

En esa lógica, y basado en el recorrido que tenemos en la Plataforma Áurea, vemos que si bien el triple impacto es urgente y necesario, es insuficiente para el desafío que estamos enfrentando a nivel de humanidad. En la base de la lógica maximizadora, de la separación entre lo social y lo no social, entre el adentro y el afuera, en la concepción del ambiente como algo fuera de mi, está una concepción cultural fragmentada, que lleva años de separación entre el adentro y el afuera, por lo tanto no hay rollo en contaminar porque lo que se contamina no soy yo, es afuera.

Es esa lógica la que se necesita trascender, integrando las lógicas anteriores y construyendo una nueva y más poderosa, que permita abordar lo que nos toca de forma compleja y efectiva, ordenada y participativa, conectada.

Es esto a lo que hemos llamado el cuarto impacto, el impacto cultural. Vemos la necesidad imperiosa que al mismo tiempo que tenemos resultados económicos, sociales y ambientales, vayamos apalancando hacia una nueva cultura, habilitando las estructuras a evolucionar hacia estadios de mayor integración, lo que al fin y al cabo se traducirá en una nueva forma, permanente, de tomar decisiones.

Nuestro compromiso y nuestro propósito como Empresa B está puesto ahí, en cambiar la cultura, apalancar nuevas formas de tomar decisiones para que sea obvio que el beneficio no tiene que ser sólo para mi sino que para nosotros y más allá para todos nosotros.

El cuarto impacto, el cambio cultural, es la palanca para una economía regenerativa que logre “dar vuelta el partido”.

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