Por Omar Cid M.
“¡Feliz año nuevo!” gritamos y nuestros calendarios han cambiado de folio por 12 meses más. Por una parte algunos maldecimos o agradecemos el año anterior y sabemos que vendrán otra vez cuatro estaciones y, al parecer, muchos tendremos una nueva oportunidad. Le pedimos al “nuevo año” que sea un año en donde se cumplan, si no todos, parte importante de nuestros anhelos.
Un rito que comienza horas antes y termina horas después de las 00:00 de esa noche. En muchas partes del mundo occidental nos damos un abrazo con nuestros seres queridos o incluso con desconocidos y nos deseamos lo mejor en los primeros minutos. Fuegos y luces artificiales alejan la penumbra de la noche. El rito está lleno de costumbres particulares, en especial familiares. Varios llenan el momento de cábalas para enamorarse, viajar, alejar las tragedias y tener abundancia.
Nos deseamos seguir estando juntos, tener salud, nos decimos que nos queremos y que se cumplan nuestras esperanzas, mientras otros pensamos y nos preguntamos, al mismo tiempo:“¿lograré mis deseos este año?”. Otros hacemos discursos de lo que es “importante y verdadero” para todos, otros proyectamos nuestros objetivos como parte de propósitos mayores e incluso muchos esperan incluso que el nuevo periodo, sea realmente mejor para todos los seres en el mundo.
Todo sucede en un instante de tiempo y desde lejos la tierra sólo ha vuelto a pasar por el mismo punto girando alrededor del sol, y por eso celebramos. Para nosotros comienza un nuevo ciclo alrededor de nuestra estrella: hemos completado una vuelta y comienza otra.
También es cierto que nuestra Tierra en cada segundo vuelve a terminar un año y comenzar otro, y que dado que seguimos al sol en su viaje por la galaxia, nunca esta vuelta es en el mismo lugar. A cada segundo completamos una vuelta al sol, en un viaje misterioso que no puede retroceder y no deja de avanzar.
Podríamos darnos la oportunidad de darle a esta convención de “contar los días, meses y años” un nuevo significado, al saber que a cada momento estamos cerrando un ciclo y dejando atrás lo que fuimos. Que en cada minuto estamos comenzando un nuevo período, cada día hemos terminado de dar una vuelta al sol, a cada momento podemos creer y desear lo mejor para quienes amamos, a nosotros mismos, a nuestros compañeros en nuestras organizaciones, al mundo del que somos parte.
Que cada día que comencemos sea deseándonos lo mejor y hacer lo que tenemos en mente para que suceda lo bueno. Que cada minuto hagamos lo que creemos que es bueno para nosotros como si fuera un año nuevo que comienza. Que cada día será el primer día de este año.
Quizás de esa forma no se nos olvide lo que nos inspira, nuestros amores primordiales, entre tanta distracción, y con ellos que sea más probable que lleguemos a nuestro rito de fin de año, habiendo avanzado todos los días en crear un mundo mejor, y no sólo desearlo.
De esta forma cuando llegue el momento de cerrar el año surja entre nosotros naturalmente el agradecimiento de lo que hemos hecho y la alegría de saber que, ahora y no después, estaremos siendo lo que deseamos para el mundo.
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